Ayudando a los que Preguntan

Considera a los curiosos como personas que están sedientos de agua viva.

Series: Devocionales

...adoren a Cristo como el Señor de su vida. Si alguien les pregunta acerca de la esperanza que tienen como creyentes, estén siempre preparados para dar una explicación.

1 Pedro 3:15

¿Alguna vez has hecho una pregunta y lo que has recibido es otra pregunta como respuesta? No es muy común y no significa que la otra persona esté evitando tu pregunta. Este es un ejemplo:

“Felipe se acercó corriendo y oyó que el hombre leía al profeta Isaías. Felipe le preguntó: ¿Entiendes lo que estás leyendo? El hombre contestó: ¿Y cómo puedo entenderlo, a menos que alguien me explique?" (Hechos 8:30-31)

La gente hace preguntas por todo tipo de razones. A veces, realmente no están pidiendo información sino que ya ellos creen que saben la respuesta o están planteando una pregunta como una excusa. Veamos otro ejemplo:

“El hombre quería justificar sus acciones, entonces le preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?” (Lucas 10:29)

Jesús respondió a esta pregunta con una de las mejores parábolas de la Biblia: la historia que llamamos “El Buen Samaritano". Aunque el objetivo del joven era "justificarse", Jesús respondió creativamente para llegar a él.

Responder con amabilidad a los que hacen preguntas como él, es una prueba fidedigna de nuestro caminar con Jesús. ¿De qué maneras podemos lograrlo?

¿Son todas las preguntas oportunidades? ¿Incluso las mal intencionadas?

La única forma de evitar preguntas incómodas sería relacionarse sólo con “sabelotodos”. De ahí el valor de las preguntas, que nos muestran que la persona que hace la pregunta es enseñable. Tanto Pedro (ver 1 Pedro 3:15, arriba) como Pablo supusieron que el ejemplo de vida de los creyentes crearía oportunidades para responder preguntas: “Vivan sabiamente entre los que no creen en Cristo y aprovechen al máximo cada oportunidad. Que sus conversaciones sean cordiales y agradables, a fin de que ustedes tengan la respuesta adecuada para cada persona” (Colosenses 4:5-6).

Las preguntas llegarán, aunque estés listo(a) o no.

En realidad, Jesús dejó claro que las personas nos preguntarían, y eso es algo bueno y una forma de glorificar a Dios. “Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse. Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa. De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial” (Mateo 5:14-16). La naturaleza de un creyente está destinada a ser una invitación a preguntas. Aunque tratemos, no podemos estar escondidos. Dios quiso que así fuera como una forma de cumplir Sus propósitos. (Lee Filipenses 2:12-16)

¿Cómo Jesús usó las preguntas?

¿Jesús mismo recibió preguntas difíciles? Claro que sí. ¿Él siempre contestaba directamente? No. De hecho, a menudo Él respondía con preguntas que sus críticos no podían responder. “¡Bien dicho, Maestro!, comentaron algunos de los maestros de la ley religiosa que estaban allí. Y después nadie se atrevió a hacerle más preguntas” (Lucas 20:39-40). Muy a menudo, las preguntas desafiantes de Jesús fueron para el beneficio de los que escuchaban a su alrededor, además de la persona que estaba preguntando. Cada vez que leo estos intercambios, ¡me dan ganas de crecer en mi capacidad de responder y hacer buenas preguntas!

¿Es entonces el ayudar a los que preguntan, imitar a Cristo, verdad? Es una oportunidad para ayudar a los que se dejan enseñar, es una forma de cumplir los propósitos de Dios para nosotros y una oportunidad para ser más como Jesús. La próxima vez que te pregunten, ¿cómo harás para convertirlo en una oportunidad para compartir la verdad y el amor con quién pregunta?

Ora esta semana:

Señor Jesús, quiero ser más como Tú. Muéstrame dónde el miedo y el orgullo me ponen a la defensiva y evitan que ayude a otros que cuestionan.


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