Dios en el Medio de la Crisis

¿Dónde está Dios? Más cerca de lo que esperas. ¿Qué puede hacer Él al respecto? Más de lo que te imaginas.

Series: Devocionales

...Enfrentamos conflictos de todos lados, con batallas por fuera y temores por dentro.

2 Corintios 7:5

En tiempos como éstos, se siente como si se estuviera formando una tormenta. Las noticias alrededor del mundo del próximo país en estado de cierre, las fronteras cerradas, abriendo refugios y la cantidad de muertos aumentando… ¿Cuándo terminará todo esto?

Los Tiempos de Confusión requieren Preguntas Honestas

Esta pandemia nos tomó por sorpresa. Cualquiera de nosotros o nuestros seres queridos puede ser parte de las víctimas que perdieron sus vidas repentinamente.

¿Dónde está Dios en todo esto? ¿Se preocupa Dios por nosotros, o que las personas que están asustadas, o que no se sienten seguros? ¿Dónde buscamos las respuestas a todas estas preguntas? ¿Dónde encontramos refugio? ¿Cómo tu  enfrentas una tormenta así sabiendo lo vulnerable que eres?

Clamando a Dios y Encontrándole de cerca

Hace más de 2,000 años, doce hombres enfrentaron una tormenta fuertísima que amenazaba sus propias vidas. Ellos estaban en un bote en mar abierto sin protección cuando repentinamente se levantó una tormenta. Mientras las olas golpeaban el bote amenazando con hundirlo, los hombres recordaron que no estaban solos; Jesús también estaba allí. Él estaba en la popa, dormido. Los hombres le despertaron, exigiéndole, “¿Maestro, no te preocupa que estamos pereciendo?” (Lee Marcos 4:35-40.)

Nosotros podemos hacer la misma pregunta en el medio de la tormenta de la cual todos estamos siendo testigos. “Dios, ¿no te preocupa que estamos pereciendo?” Cuando seguimos leyendo la historia de los discípulos en medio de la tormenta, nos damos cuenta que Dios sí se preocupa por nosotros. Jesús reprendió al viento y las olas con sólo hablarles: “¡Quietos! ¡Tranquilos!”. Inmediatamente todo quedó tranquilo.

Pidiéndole Ayuda a Dios por este Mundo en Conflicto y por los Corazones Afligidos

Cuando vemos las grandes tormentas a nuestro alrededor, podemos abrumarnos por las tormentas de temores e inseguridades. Esas tormentas solamente pueden ser calmadas por la voz tranquilizadora de Dios: “Quietos, Tranquilos. Yo estoy aquí con ustedes.”

Ora esta semana:

Señor Jesús, Tú te compadeciste de las grandes masas de gente porque ellas estaban afligidas e indefensas, como ovejas sin su pastor. Consuela a Tu pueblo Padre, aquieta nuestras inseguridades, que no temamos a la maldad, aun en el valle de la sombra de muerte, porque sabemos que Tú estás con nosotros.


¿Sientes (o alguien que conoces) que Dios te ha abandonado en este mundo lleno de conflictos?

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