¿Quién es ese Ser supremo del que tanto habla la gente? ¿Cómo puedo creer que Dios existe? ¿Alguna vez te has hecho estas preguntas? Todos buscamos el por qué de nuestra existencia; queremos saber de dónde venimos, por qué y para qué estamos en este mundo. Para encontrar las respuestas necesitamos conocer a nuestro creador.
Aún la ciencia, confirma que el universo tuvo un principio. Dios es el principio. Dios es el Creador. La Biblia lo establece claramente en Génesis 1:1, “En el principio, Dios creó los cielos y la tierra”. Dios, en Su infinita y perfecta sabiduría creó todo. Él tiene todo el poder y la autoridad. No hay otro poder en el cielo o en la tierra más poderoso que Dios. Y con todo ese poder, ÉL también nos creó a nosotros; somos Sus criaturas creadas a Su imagen y semejanza tal y como lo dice la Biblia en Génesis 1:26, “Entonces Dios dijo: Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros”.
Las buenas nuevas consisten en que Dios Todopoderoso es amoroso y bondadoso. La Biblia dice que Dios es paciente; que Él es “compasivo y lleno de ternura; lento para la ira y grande en misericordia” (Salmo 86:15). Él se preocupa por nosotros, como un padre perfecto y maravilloso que cuida a sus hijos. Dios conoce qué es lo mejor para nosotros; Él nos dirige y guía con ternura. Dios nos ha preparado un lugar estupendo para nosotros en el cielo por la eternidad.
El amor de Dios hacia nosotros es demasiado grande para comprenderlo. ¿Sacrificarías la vida de tu propio hijo o un ser querido, por la vida de otros? ¿Estarías dispuesto(a) a ver morir a ese ser querido, por otros? Dios así lo hizo. Dios envió a Su Hijo Jesús, a salvar la humanidad. ¿A Su Hijo Jesús? ¡Sí!
Jesús es el Hijo de Dios que vino a la tierra en forma de hombre hace 2,000 años atrás, nacido de una virgen en Israel. La Biblia explica que Jesús existió juntamente con Dios en los cielos antes de que Él viniera a la tierra en forma de hombre. Esto es así porque Cristo es parte de la naturaleza divina de Dios, que incluye al Dios Padre, a Jesucristo y al Espíritu Santo. Estas son tres personas, pero un sólo Dios.
La Biblia nos dice en Juan 1:1-4 que Jesús existía desde el principio con Dios, “En el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. El que es la Palabra existía en el principio con Dios. Dios creó todas las cosas por medio de él, y nada fue creado sin él. La Palabra le dio vida a todo lo creado, y su vida trajo luz a todos”.
La Biblia nos enseña que Jesús es completamente humano y completamente Dios. Jesús vino a la tierra como humano para poder morir. Preste atención a lo que dice Filipenses 2:6-10 dice sobre Él: “Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un servidor y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales. Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra...”.
Jesús hizo muchos milagros, y predijo su muerte y resurrección. Él vivió una vida sin pecado y murió en la cruz para pagar por nuestros pecados. Esto incluye los tuyos. "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8).
Cuando Dios le levantó de entre los muertos, probó que Jesús era quién dijo que era- el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. Después de Su resurrección, Jesús volvió a ocupar Su lugar en el Cielo, en donde Él reina juntamente con Dios e intercede por aquellos que creen en Él. Nosotros nos volveremos a reunir con Él en Su Segunda Venida, y viviremos con Él en los cielos por la eternidad. Ése es el regalo que Dios nos da cuando creemos en Su Hijo Jesucristo. El aceptar ese regalo nos da la oportunidad de tener una relación personal con Dios. Lo cual es lo más importante para nosotros, Sus criaturas. ¿Por qué?
Muchos piensan que “necesitar que nos salven” es admitir que somos débiles. En realidad, somos más fuertes cuando, de nuestro propio razonamiento, admitimos que necesitamos un Salvador.
Como humanos imperfectos que somos, todos nosotros hacemos y decimos cosas que nos separan de Dios. Esto se llama pecado y es lo que nos separa de Él. Romanos 3:23 nos dice que “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. ¿Cuántos pecaron? ¡Todos! Como todos hemos pecado, todos estamos separamos de Dios. Si, ¡esto te incluye a tí también!
Nuestro pecado no tan solo nos separa de Dios sino que tiene un precio. La Biblia nos dice que "la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor" (Romanos 6:23). Pero Dios nos ama tanto que en vez de castigarnos por nuestros pecados, Él "...ofreció a Jesús como el sacrificio por el pecado. Las personas son declaradas justas a los ojos de Dios cuando creen que Jesús sacrificó su vida al derramar su sangre” (Romanos 3:25).
El propósito primordial de tu vida es tener una relación significativa con Dios. Dios se preocupa por tí y tiene un plan para tu vida. Cuando tu aceptas a Cristo como tu Salvador, tu tienes a Dios quien “trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada” (Filipenses 2:13).
“Les daré un solo corazón y un solo propósito: adorarme para siempre para su propio bien y el bien de todos sus descendientes” (Jeremías 32:39). Esto no ocurre de la noche a la mañana. Es el resultado de una relación progresiva con Dios. El primer paso es romper la separación que tenemos de Dios.
El camino hacia Dios se puede resumir en los siguientes puntos:
Dios dice que una relación con Él provee una satisfacción más profunda que cualquier otra cosa que deseemos en la vida (Juan 6:35, Salmo 107:9). Como somos pecadores, estamos separados de Él. Pero Dios es perfecto y nos ama, y nos da la oportunidad de volver a Él.
Tu relación con Dios puede ser restaurada cuando tú:
¿Estás listo para aceptar a Jesús y tener la vida que solo Él puede ofrecerte? No necesitas un intermediario para ser perdonado por tus pecados. Jesús es tu línea directa. Puedes hablar directamente con Él ahora, arrepentirte de tus pecados y aceptarle como tu Señor y Salvador. Abre tu corazón y dile:
"Señor Jesús,
Yo creo que Tú eres el Hijo de Dios. Gracias por morir en la cruz por mis pecados.
Te pido perdones mis pecados y me des el regalo de vida eterna.
Te pido que entres en mi vida y seas mi Señor y Salvador.
Gracias por escuchar mi oración. Quiero servirte siempre."