Yo (el Señor) contenderé con los que contiendan contigo.
Un día surgió una acalorada discusión entre dos altos ejecutivos de nuestra compañía, que normalmente eran muy educados. ¿Por qué explotaron? ¡No tenía ni idea!
Esa tarde, mientras leía un libro titulado Tratando con el Diablo, se me ocurrió que Satanás, archienemigo de Dios, podría estar provocando los problemas entre los gerentes. El autor usó una analogía para describir la autoridad que tenemos en Cristo para hacer la diferencia: Supongamos que una persona con ropa normal y corriente intenta cruzar la calle por un cruce muy transitado. Se pone a mover los brazos a lo loco intentando parar el tráfico, pero los coches siguen pasando a gran velocidad. Entonces hace un cambio. Se pone un uniforme de policía. ¡Los conductores se detienen al instante!
Esta era mi señal. Si estaba “vestido de Cristo”, podía influir el tránsito espiritual. Por eso “me puse mi uniforme” y oré en el nombre de Jesús, tomando autoridad sobre las fuerzas conflictivas invisibles. Para mi asombro, al día siguiente, el problema se había evaporado.
El diablo es un adversario real. Siendo un ángel de alto rango, se rebeló y fue echado del cielo (lee Isaías 14:12). Aunque fue derrotado por Jesús con Su muerte en la cruz, Satanás continúa valiéndose de la provocación y la intimidación para acosar y engañar al pueblo de Dios. Jesús se refirió a él como al ladrón que roba, mata y destruye.
¿Qué debemos hacer? La Biblia dice: “Resistan al diablo y él huirá” (Santiago 4:7). En otras palabras ¡pongámonos el uniforme de policía!
Una gran parte de la lucha contra el diablo es entender sus trucos y mentiras. Piensa en la última vez que cediste a la tentación. ¿Qué cosas ves ahora como ataques de Satanás en tu contra? Hablar con alguien sobre tu tentación te puede ayudar a vencerla.