Su divino poder nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda.
Un momento crítico en tu vida espiritual es cuando tropiezas. Parece ocurrir cuando menos lo esperas. Estás progresando en tu crecimiento espiritual superando malos hábitos, y de repente ¡boom! Sin previo aviso, haces algo “realmente estúpido”, como airarte o insultar a tu mejor amigo.
Lo que hagamos inmediatamente después de haber caído es crucial. Si no tenemos cuidado, podemos alejarnos del Señor debido a la culpa o la vergüenza. “Lo eché a perder. Soy un fracaso”. O podemos tratar de justificarnos: “¡Se merecía todo lo que le he dicho!” Mientras más avancemos por este camino, más difícil será recuperarnos.
El otro camino, el del perdón, funciona en la dirección contraria permitiéndote acercarte a Dios aún más. La clave es acudir a Él rápidamente, y con toda honestidad, y decirle lo que has hecho y pedir Su perdón. No le vas a sorprender o a molestar. Él ya lo sabe todo, incluso lo que has estado pensando. ¿Cuál es la reacción de Dios? “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1:9). ¡Qué promesa más preciosa!
Tomeala iniciativa. Acude a Él cada vez que tropieces, sea grande o pequeño. Al hacerlo, diariamente verás crecer tu confianza en Su amor y Su plena provisión.
¿Buscas el perdón de Dios inmediatamente cuando has pecado o lo pospones para más tarde? Habla con alguien sobre cómo obtener el perdón de Dios.