Control
Cuando intentamos tomar el control de nuestras vidas, nos convertimos en nuestro propio Dios, diciéndole a Él que no es lo suficientemente bueno.
Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar.
¿Quieres tener el control?
Muchas personas quieren tenerlo todo bajo control, o por lo menos creen que lo tienen. Eso les hace sentir seguros, se siente predecible. Esperamos que estos sentimientos, sean al menos, el resultado de tener el control de nuestras vidas. Y aunque deberíamos saberlo mejor, anhelar el control es parte de nuestra naturaleza humana.
¿Tienes el control de alguna parte de tu vida en este momento? Tal vez te encuentras disfrutando de una carrera exitosa. O tal vez tienes una larga lista de cualidades que estás buscando en un posible esposo o esposa, o incluso en amistades cercanas. Si tienes hijos, ¿tienes control sobre el éxito de ellos? O, ¿de tu rutina diaria? A veces hasta quiero controlar los semáforos y los autos que me rodean. Irónicamente, ¡eso solo sucede cuando tengo prisa!
Piensa por un momento en las cosas que tu controlas. ¿Realmente te satisfacen? ¿Cuánto estrés te genera el tratar de lograr ese control? Cuando trato de controlar mi vida, me lleno de preocupación y ansiedad. Siento el peso del mundo recaer sobre mis hombros, como una carga enorme.
El Carácter de Dios
Dios se preocupa mucho por nosotros. Y Él no quiere que nos sintamos agobiados, estresados o preocupados. De hecho, en la Biblia, Jesús nos ordena que no nos preocupemos (lee Mateo 6:25-34). ¿No es sorprendente que Dios nos ame tanto que no quiere que nos preocupemos por nada? No solo es eso; cuando nos preocupamos, estamos desobedeciendo a Dios. La ansiedad nos aleja de Dios y nos impide enfocarnos en la obediencia pura a Él.
Cuando pensamos que estamos en control…
Cuando intentamos tomar el control de nuestras vidas, confiando en nuestra propia sabiduría y nuestro propio poder en lugar de buscar la guía de Dios, estamos condenados al fracaso. Nos convertimos en nuestro propio Dios, diciéndole a Él que no es lo suficientemente bueno.
Déjalo ir y Deja que Dios tome el Control
Ríndete; entrégate a Dios. Entrégale tus preocupaciones (lee 1 Pedro 5). Jesús murió en la cruz para liberarte del poder y del castigo del pecado. Luego Él se levantó de entre los muertos para mostrar Su dominio sobre todo, incluso sobre la tumba. Cuando dejes que Dios tome el control de tu vida, Él guiará tus decisiones y te dará sabiduría. Cualquier dificultad que tengas que soportar, fortalecerá tu fe si confías en que Él te ayudará a superarla. Dado que Dios conoce tu pasado y tiene el futuro en Sus manos, ¿por qué no querrías darle el control? Él nunca te guiará a la dirección equivocada. Entonces, ¿cómo sería tu vida si le entregas el control de ésta a Dios? Confía en Él. Glorifícale y reconócele en todo lo que hagas y Él dirigirá tus caminos (lee Proverbios 3:5-6).
Consúltale al Señor, en oración, antes de cada decisión, ya sea grande o pequeña. Comienza cada día con Él, pidiéndole a Jesús que sea tu Señor y tu Salvador. Una sugerencia: pasa unos minutos tranquilos con Dios, pídele que examine tu corazón y que te muestre las formas en las que has tratado de ser tu propio dios. Escribe todo lo que Dios te muestra. Confiésale cada cosa, ríndete y devuélvele el control. Luego, destruye la lista. Puedes triturarla, quemarla o incluso enterrarla (¡o las tres!). Pero NO te aferres a ella, porque esas cosas ahora están en las manos de Dios.
Ora esta semana:
Señor, te pido que me muestres las formas en las que he estado tratando de controlar mi vida. Te las quiero entregar a ti. Te lo pido en el nombre de Tu Hijo Jesucristo, Amén.