¿La Oración hace la Diferencia?

Si miras los versículos anteriores, una de las oraciones más cortas mencionadas en la Biblia marcó una gran diferencia, ¡y Nehemías recibió todo lo que necesitaba para reconstruir los muros de Jerusalén en solo 53 días! En el caso de Nehemías, su breve oración de ayuda en medio de la oración de responderle la pregunta al Rey Artajerjes: "¿En qué te puedo ayudar?" es una hermosa imagen de lo que Dios nos llama a hacer en 1 Tesalonicenses 5:17: “Nunca dejen de orar”. Nehemías oró en medio de una conversación porque sabía, por fe, que el clamor de su corazón marcaría la diferencia.

¡Dios nos habla!

Hace varios años, estábamos visitando a unos queridos amigos que tenían hijas gemelas, y estábamos construyendo un circuito de cuerdas entre unos árboles grandes. Me balanceaba en la primera cuerda a seis pies de altura, torciendo y apretando la cuerda sobre mí con un destornillador. De repente, el destornillador saltó de mi mano y giró por el aire, aterrizando en algún lugar enterrado en las gruesas hojas. Al mismo tiempo, perdí el equilibrio y caí de espaldas a salvo en el manto de hojas.

Me puse de pie diciendo: “¡Niños, busquemos el destornillador!”. Después de 5 minutos de búsqueda infructuosa, Christopher, de 3 años, me tocó la rodilla y me dijo: “¡Papá, tenemos que orar!”. Respondí: “¡Vamos a buscar el destornillador, hijo!”. Otros 3 minutos, sin destornillador, y mucho más insistente: “¡Papá, tenemos que orar!”

El Espíritu Santo golpeó mi corazón. Me arrodillé junto a mi hijo y le dije: “¡Lo siento mucho, hijo! ¡Sí, por supuesto que necesitamos orar! Vengan, niños, unamos nuestras manos”.

Christopher simplemente dijo: “Jesús, sabes dónde está nuestro destornillador. Por favor muéstranos dónde está, en el nombre de Jesús oramos, amén”.

Me puse de pie, retrocedí y debajo de mi pie estaba el destornillador.

¿Hay algún proyecto, un problema o una promesa en la que estás trabajando sin éxito? ¿Y sin oración? No hay nada demasiado pequeño ni demasiado grande que nuestro Padre anhela que le pidas Su ayuda. Dios tuvo que enviar a mi hijo dos veces para que yo oyera y luego escuchara, pero te aseguro que Él está siempre parado a la puerta de tu corazón, llamando y esperando que escuches y lo invites a entrar. (Apocalipsis 3:20)

Simplemente siéntate, quédate quieto y trae esa situación ante Él ahora mismo y recuerda: "¡Papá, tenemos que orar!"