¡Así que sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni sientas pánico frente a ellos, porque el Señor tu Dios, él mismo irá delante de ti. No te fallará ni te abandonará.
¿Cuál es el mandamiento más común en la Biblia, que aparece de una forma u otra, más de 300 veces?
"No temas".
¿Por qué no debemos temer? Porque, así como Dios le dijo a Josué en Deuteronomio, si somos seguidores de Cristo, Dios está con nosotros. De hecho, uno de los títulos de Jesús es "Emanuel", que significa "Dios con nosotros" (Isaías 7:14).
¿A qué o a quién, le tememos más a menudo? A las personas. Pero la palabra de Dios dice que debemos temer a Dios, no a las personas.
Proverbios 29:25 dice: “Temer a la gente es una trampa peligrosa, pero confiar en el Señor significa seguridad”.
A continuación veamos algunos tipos distintos de temores y cómo la palabra de Dios nos ayuda a combatirlos:
La gente nos puede Insultar
“Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias” (Mateo 5:11).
Jesús dice que somos BENDECIDOS cuando la gente nos insulta por Su causa. ¿Por qué? Porque significa que estamos siguiendo a Jesús de una manera en que la gente realmente lo nota, y que causará que algunos reaccionen en contra (lee también Juan 15:18-19; 1 Pedro 3:14).
La gente nos puede hacernos Daño
En Hechos 5, los apóstoles fueron juzgados por predicar el Evangelio. Fueron absueltos, pero luego fueron golpeados. Después de eso, “...los apóstoles salieron del Consejo, llenos de gozo por haber sido considerados dignos de sufrir afrentas por causa del Nombre” (Hechos 5:41). ¿Y qué hicieron justo después?: "Y día tras día, en el templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús es el Mesías” (Hechos 5:42).
La gente nos puede Matar
“No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28).
Estas palabras de Jesús no sólo fueron teóricas; la mayoría de Sus discípulos terminaron siendo martirizados.
Incluso en la actualidad, y en raras ocasiones, las personas pierden sus vidas a causa de su fe Cristiana. Pero teniendo la eternidad en mente, mientras nuestro camino esté dirigido al Cielo con Dios, aún el perder la vida no es tan malo. Y morir por el amor de Cristo es un gran honor.
Mateo 28:18-20 nos relata que cuando Jesús ordenó a los discípulos que llevaran Su mensaje hasta el fin del mundo, les tranquilizó (y a nosotros también) cuando les dijo: “...Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”.
¿Qué otros temores pueden detenernos?
Miedo a las circunstancias Imaginarias
“¡Hay un león allá afuera! —dice el holgazán—. ¡En plena calle me va a hacer pedazos!” (Proverbios 22:13). A menudo, nuestros temores son peores que la realidad. Un "holgazán" es una persona perezosa; por eso, este versículo nos dice que dejarnos vencer por temores imaginarios puede ser una forma de evitar la responsabilidad.
Miedo a desagradar a la Gente
Gálatas 1:10 nos dice: “¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo”.
El punto es que cuando sentimos temor de la gente, es porque nos sentimos inseguros de nosotros mismos. Por extraño que parezca, la inseguridad en nosotros mismos proviene del orgullo; de estar preocupados por lo que otros piensan de nosotros.
Más sin embargo, nuestros problemas suelen pasar desapercibidos porque la mayoría de las personas están demasiado ocupadas pensando en sí mismas. Es como cuando un adolescente piensa que todos están mirando un defecto en su rostro, cuando en realidad la mayoría de la gente ni siquiera se ha dado cuenta o le importa esa imperfección.
Cuando realmente tenemos la confianza de estar bien parados ante el Señor, no le damos mucha importancia acerca de lo que la gente piensa de nosotros. Pasajes como este nos describen:
“El Señor es quien me ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?” (Hebreos 13:6)
Y finalmente, uno de mis favoritos: “...pero el justo vive confiado como un león” (Proverbios 28:1b). Ora esto por tus amigos y pídele a ellos que oren para que el Espíritu Santo haga que esto sea una realidad tanto en sus vidas como en la tuya.
Ora esta semana:
Padre, gracias porque siempre estás conmigo. Gracias Jesús porque eres Emanuel, Dios con nosotros. Ayúdame a vivir en la confianza que proviene de saber que nunca me dejarás ni me desampararás. Amén.