Por Qué Debes Dejar Ir Tus Pecados Pasados

Es muy importante que dejes ir tus pecados pasados. Si tienes fe en Jesús, en que Él murió en la cruz por tus pecados, no necesitas sentirte culpable. Después que te acercaste a Dios, confesaste que habías pecado, y te arrepentiste de corazón, la Biblia dice que Dios te perdona y te limpia de toda maldad. Veamos por qué debes dejar ir tus pecados pasados.

Jesús Se Ofreció a Sí Mismo Como Sacrificio

¿Por qué debes liberar la culpa de tus pecados pasados? Porque “nuestro Sumo Sacerdote (Jesús) se ofreció a sí mismo a Dios como un solo sacrificio por los pecados, válido para siempre” (Hebreos 10:12). El pecado lleva a la muerte. Debido a esto, Jesús recibió el castigo que nosotros merecíamos. Ahora, podemos vivir libre de culpa y estar completamente limpios de pecado. Jesús ofrece quitarte tu culpa y cuando recibes el perdón de Dios, puedes dejar de lado tu sentimiento de culpa. Si te aferras a los mismos pecados que Dios dice que ya no cuentan en contra tuya, estás diciendo que no confías ni crees en Sus promesas.

Dios Perdona Todos los Pecados

1 Juan 1:9 nos dice: “pero si confesamos nuestros pecados a Dios, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. Mucha gente piensa que sus pecados son demasiado terribles para que Dios los perdone. Pero la Biblia dice que podemos ser limpiados de toda maldad. Inclusive, Dios dice: “Aunque sus pecados sean como la escarlata, yo los haré tan blancos como la nieve. Aunque sean rojos como el carmesí, yo los haré tan blancos como la lana” (Isaías 1:18).

Dios Nos Ayuda a Alejarnos del Pecado

Cuando Jesús perdonaba a las personas, Él les decía: “no pequen más” (Juan 5:14; 8:11). Cuando tu pecado del pasado ha sido perdonado, enfoca tu atención en evitar cometer ese mismo pecado otra vez. Confía en que Dios te ayudará a evitarlo y a alejarte de la tentación de continuar pecando. 

Dios nos Liberó del Poder del Pecado

Jesús no pagó tan sólo el precio para salvarnos del castigo por nuestros pecados sino que a través del Espíritu Santo, Él nos libera del poder del pecado. Pablo nos instruyó: “Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa” (Gálatas 5:16). Dios nos dio su Espíritu Santo porque Él sabía que en nuestras propias fuerzas no podía vivir una vida que le glorificara.