¿Quién Eres?
Puedes estarte preguntando cuál es tu identidad como hijo(a) adoptivo(a) de Dios.
Te conocía aun antes de haberte formado en el vientre de tu madre; antes de que nacieras, te aparté y te nombré mi profeta a las naciones.
Durante el proceso de nuestra familia para adoptar a un niño, aprendimos que los hijos adoptivos a veces se preguntan sobre su historia y cómo encajar en la nueva familia. Es posible que tu también te preguntes sobre tu identidad como hijo(a) adoptivo(a) de Dios. Él ha sabido quién tu eras y quién llegarías a ser, desde antes de tu nacer. Pero Dios te deja descubrir cómo Él puede usar tu personalidad única para ministrar a otros.
Tu Identidad en Dios
Cuando tu aceptas a Cristo como tu Salvador, eso significa que Dios te ha aceptado como Su hijo(a) adoptivo(a). “A todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios”. (Juan 1:12), y “Dios lo envió para liberar a todos los que teníamos que obedecer la ley, y luego nos adoptó como hijos suyos”. (Gálatas 4:5) Parte de tu identidad como hijo(a) de Dios es siendo un representante de nuestro Señor. Jesús le dijo a sus seguidores: “Ustedes son la luz del mundo… dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial”. (Mateo 5:14 y 16)
La Interacción con Otros Creyentes
Las buenas acciones comienzan en el hogar, con la familia. Los demás creyentes son tu familia en Cristo. En Gálatas 6:10, el apóstol Pablo escribió: “hagamos el bien a todos, en especial a los de la familia de la fe”. Y como ánimo adicional, se nos dice “sigan amándose unos a otros como hermanos”. (Hebreos 13:1)
La Interacción con los No Creyentes
El asegurarse que el amor es parte de tu personalidad es importante para ministrar a las personas que aún no conocen a Dios. Jesús llamó a Sus seguidores “y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas parte”. (Hechos 1:8) En 1 Pedro 3:15, Pedro nos recordó “si alguien les pregunta acerca de la esperanza que tienen como creyentes, estén siempre preparados para dar una explicación”. A veces los no creyentes “son incapaces de ver la gloriosa luz de la Buena Noticia. No entienden este mensaje acerca de la gloria de Cristo”. (2 Corintios 4:4) Cuando Pablo compartía el evangelio, el “trato de encontrar algo que tengamos en común, y hago todo lo posible para salvar a algunos. Hago lo que sea para difundir la Buena Noticia”. (1 Corintios 9:22-23) Siguiendo ese ejemplo, tu puedes descubrir las cosas buenas que Dios ha puesto en tu personalidad que te permitirán compartir Su amor, de manera personal y única.
Ora esta semana:
Padre, por favor ayúdame a entender mi identidad como hijo(a) tuyo(a).