¿Quién Soy Yo?

Tu Identidad Secreta en Cristo

Series: Devocionales

Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo — quien es la vida de ustedes — sea revelado a todo el mundo, ustedes participarán de toda su gloria.

Colosenses 3:3-4

La literatura está llena de identidades secretas u ocultas. Muchos superhéroes, como Superman o el Hombre Araña, pasan la mayor parte del tiempo disfrazados como personas normales. En la vieja fábula de La Bella y la Bestia, un príncipe se encuentra atrapado en el cuerpo de un monstruo feo y aterrador. Pero al final, cuando toda esperanza parece perdida, él es mágicamente transformado de nuevo en un apuesto príncipe.

Esto es solo un cuento de hadas, ¿verdad? Sí, pero toda buena historia es una pequeña imagen de la gran Historia, escrita por nuestro Creador. Y para aquellos que le conocen, esta historia termina con una gloriosa revelación de nuestro verdadero yo, mucho más maravilloso que el anterior.

2 Corintios 5:17 nos dice “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación”. Pero incluso hasta ese gran día de revelación, no nos vemos diferentes a los demás. No obstante, somos nuevos por dentro.

Estas son algunas de las identidades más importantes de un verdadero seguidor de Cristo:

Identidad #1: Somos Sus hijos

“Pero cuando se cumplió el tiempo señalado, Dios envió a su Hijo, que nació de una mujer y sujeto a la ley, para que redimiera a los que estaban sujetos a la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos. Y por cuanto ustedes son hijos, Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: «¡Abba, Padre!» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, también eres heredero de Dios por medio de Cristo”. (Gálatas 4:4-7)

“Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos!” (1 Juan 3:1a)

El presidente americano John F. Kennedy fue famoso, entre otras cosas, por permitir que sus hijos pequeños pasearan dentro de la Casa Blanca y fueran donde él en casi cualquier momento. Aun cuando los civiles o incluso personas importantes no podían acercarse al presidente a menudo, Caroline y John hijo, siempre tuvieron libre acceso a él. Y esto no era así debido a algo que ellos hubiesen hecho, sino simplemente porque eran sus hijos.

Tener padres ricos y poderosos podría ser genial. Pero la Biblia nos dice que somos mucho más bendecidos que eso. Somos hijos amados de Dios, el Creador y Dueño de todo, con acceso ilimitado a Su trono de gracia (Hebreos 4:16). Y somos herederos, no solo de dinero y de posesiones, sino del reino eterno e inquebrantable de Dios (Hebreos 12:28).

Identidad #2: Somos una raza escogida

“Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable”. (1 Pedro 2:9).

El pueblo originalmente escogido por Dios fueron los Israelitas; los descendientes de Jacob. Pero ahora en Cristo, también somos el pueblo escogido, adoptado por Dios dentro de Su familia. Ten en cuenta que esto no es solo para nuestro beneficio, sino para que podamos contarles a los demás acerca de la grandeza y excelencia de Dios.

Identidad #3: Somos amigos de Dios

Ser siervo de Dios sería un gran honor, pero Jesús va más allá y nos dice: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes” (Juan 15:14-15).

Esta declaración viene con una condición: "si hacen lo que yo les mando". Eso no significa que debamos ser perfectos, sino que se refiere a un estilo de vida, un patrón, de buscar conocer y obedecer la voluntad de Dios. Una persona que no sabe o no le importa lo que Dios quiere que él/ella haga, tal vez no sea un verdadero creyente.

Y el resultado de esa amistad, según dice este versículo, es lo que Cristo comparte con nosotros a través del Espíritu Santo; lo que Él escucha del Padre. Así que cuanto más le obedezcamos, más Él nos revelará y más profunda será nuestra amistad.

Si en algún momento sientes que luchas con sentimientos de indignidad o falta de importancia, dedica un tiempo a releer y meditar en los pasajes de este artículo. Deja que la palabra de Dios renueve tu mente (Romanos 12:2) y pídele que te dé una mayor comprensión de tu gran valor, tu valor infinito, a los ojos de Dios, quien es el Creador del Universo. Y recuerda que para aquellos que conocen y siguen a Jesús, “felices para siempre” no es un sueño de un cuento de hadas, sino una sólida promesa de Dios.

Ora esta semana:

Gracias, Padre, porque por medio de Jesús, ahora tengo un valor infinito y soy plenamente amado por ti, como Tu hijo y Tu amigo. Ayúdame, a través de Tu Espíritu Santo, a conocer y creer esta verdad cada vez más, y a vivir confiado, como un Hijo del Rey, proclamando Tu excelencia a los demás y dándote gloria.


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