Tu Ejemplo es Para Toda la Vida

La gente siempre dice que los niños aprenden con el ejemplo. Yo se por mi propia experiencia que eso es verdad.

Mi Papá era un hombre consistente. Él era la misma persona tanto en casa como en la iglesia. Él se levantaba temprano en las mañanas frías de invierno en Argentina a encender el fuego de leña en la estufa. Yo debía haber estado durmiendo, pero a menudo me escapaba de la cama solo para observarle rondar por la casa.

Si le observaba lo suficiente, podía verle entrar en su oficina, un pequeño estudio que construyó en un lado de la casa, y arrodillarse solo. Envuelto en una manta o poncho, él leía la Biblia y oraba antes de salir a trabajar. Aunque yo no había cumplido los ocho años todavía, me gustaba volver a mi cama, sintiéndome cálido y agradecido de tener un buen Papá.

Lectura Diaria de la Biblia

Un día, Papá me dijo que él leía un capítulo de Proverbios todos los días, ya que tiene 31 capítulos y la mayoría de los meses tienen 31 días. Esa costumbre se me ha quedado toda la vida y todavía la practico. A pesar de todo lo que yo aprendo y leo en la Biblia, trato de comenzar el día con mi capítulo de Proverbios. Y he aprendido a hacerlo de rodillas.

No quiero ser legalista sobre esto, pero no hay nada como estudiar la Palabra de Dios y orar de rodillas. Nunca he abandonado el hábito de esparcir mi Biblia y demás materiales de estudio en la cama y arrodillarme para leer y orar. Ésto sí que mantiene tu corazón y tu mente en la actitud correcta. 

Un Ejemplo Aún Después de Muerto

Mi Papá murió cuando yo tenía solo 10 años. La forma en que murió me impactó tanto como la forma en que vivió. Aunque yo no estuve allí durante la enfermedad de mi Papá o en sus últimos momentos en esta tierra, mi madre me contó lo que había sucedido.

“Papito comenzó a cantar”, dijo, “Coronas brillantes allá arriba, coronas brillantes para ti y para mí. Luego, la palma de la victoria, la palma de la victoria". Él lo cantó tres veces, aplaudiendo todo el tiempo, como lo hacían los niños cuando lo cantaban en la escuela dominical. Luego, cuando Papito ya no pudo sostener la cabeza, se dejó caer sobre la almohada y dijo: "Voy a estar con Jesús, lo cual es mucho mejor". Dos horas después, él había muerto.

A medida que yo crecía y mi fervor evangelístico también, yo sabía que Dios me estaba llamando a contarle a ciudades enteras acerca de Su amor y Su perdón por ellos. ¡Yo no quiero que nadie muera sin la alegría que mi padre encontró en el Señor!

¿Y Tú Qué?

Mamás y Papás, ¡no subestimen el impacto que ustedes tienen sobre sus hijos! Podría darles ejemplo tras ejemplo de cómo mi padre me influyó en los 10 años que tuve con él. Podría contarles las nalgadas que merecidamente recibí, las facturas que Papá siempre pagó a tiempo, la capilla que él ayudó a pagar, supervisar y construir, las veces que me senté en esa capilla con mis padres y hermanas, recibiendo la Santa Cena. El legado de mi padre para mí no solo vino a través de su disciplina, sino también a través de su ejemplo. Y el impacto de ese legado se multiplica cada vez que le cuento a otra persona acerca de Jesucristo.