Un Corazón Generoso
¿Has pensado alguna vez en cómo el estado de tu corazón podría estar conectado con cuán generoso eres y con lo que eres generoso?
Un buen árbol no puede producir frutos malos, y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Al árbol se le identifica por su fruto. Los higos no se recogen de los espinos, y las uvas no se cosechan de las zarzas. Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón. Lo que uno dice brota de lo que hay en el corazón.
Hace un par de semanas, empecé a notar algunas cosas en mí: me estaba enojando mucho más fácil de lo que suelo hacerlo, me sentía irritado e incluso triste sin razón alguna. También noté que en lugar de "despreocupado", me sentía "abatido". Estaba impaciente y pensando en cosas que me molestaban.
Empecé a notar estas cosas luego de leer algo que había escrito hace mucho tiempo en mi diario. Era sobre cómo yo estaba agradecido y bendecido y que para mí era fácil ser feliz y alegre, incluso en circunstancias muy difíciles. ¡Hasta escribí que era tan optimista sobre las cosas, a veces hasta el punto de volver loco a algunas personas! Pero realmente sentí que siempre había algo bueno que encontrar en las cosas que no eran tan buenas. Después de leer eso, me pregunté "¿Por qué ya no me siento así?" No pude entenderlo. Le pregunté a Dios sobre eso, pero no obtuve una respuesta de inmediato.
Ese fin de semana, en la iglesia, nuestro pastor predicó sobre la generosidad. Él dijo que la forma en que somos generosos determina el estado de nuestro corazón. Y no estaba hablando solo de ser generoso con dinero o recursos. De hecho, él no habló de dinero en absoluto. Él habló de cosas como nuestro tiempo, nuestras palabras y nuestra oración.
La oración es la que más me llamó la atención. Pensé en las cosas por las cuales yo oro y noté dos cosas: yo no oro tanto como pensé que lo hice durante el día, y cuando lo hago, generalmente lo hago por mí mismo. Empecé a sentir que no estaba orando por los demás de manera regular.
La oración es algo así como tener una conversación con Dios, y cuanto más oramos, más seguimos involucrando a Dios a lo largo de nuestra vida diaria, nuestras relaciones, nuestras decisiones, y así sucesivamente. Desde que he estado orando intencionalmente por otros, definitivamente puedo decir que mi corazón se siente más liviano y mis emociones negativas se han activado con menos frecuencia. Estoy seguro de que es porque paso más tiempo hablando con Dios y pensando en cómo podría Él usarme para hacer cosas buenas.
Yo sé que Dios todavía quiere que ore por mí y le pida que continuamente me transforme para poder ser más y más como Jesús. Por lo tanto, estoy orando para que Dios también me muestre en qué otra parte de mi vida yo puedo ser generoso porque quiero que Él me use de cualquier forma que Él pueda, para que otras personas se acerquen a Él (¡incluso a aquellos que yo ni siquiera conozca todavía!).
¿Estás siendo generoso con tu oración?
Quizás haya otras formas en que tu puedas ser más generoso en tu vida. Podría ser a través del tipo de palabras que elijas usar o la forma en que pasas el tiempo. Piénsalo y pídele a Dios que te muestre cómo Él quiere que seas generoso para que tu corazón sea más como el de Él.
Ora esta semana:
Padre, enséñame cómo puedo ser más generoso con mi vida.
¿Alguna vez has querido abrir tu vida a Cristo para que Él pueda cambiarte, o aún tienes miedo de lo que los demás puedan pensar de ti si tomas esa decisión?