Solo existe una forma de convertirse en Cristiano. Debemos sinceramente invitar a Jesús a nuestras vidas para que sea nuestro Señor y Salvador, arrepentirnos de nuestra vieja forma de vivir y permitirnos nacer de nuevo. Cuando lo hacemos, encontraremos nueva vida en Jesucristo y seremos transformados como hijos de Dios. A través de esta transformación encontraremos paz, gozo y valentía para vivir en victoria. La decisión es nuestra. Dios le ha dado a cada persona el libre albedrio para aceptar o rechazar Su oferta de gracia y perdón. No es algo que nos ganamos, es un regalo que Él nos ofrece. Jesús ya pagó por ello a través de Su muerte en la cruz.

"Que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo".

Romanos 10:9-10 (NVI)

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